Alvar Fañez

El edificio es precioso, con una situación inmejorable en el centro de la ciudad. Para acceder con el coche es bastante complicado, las calles son muy estrechas y no es fácil aparcar, aunque si te vas un poco fuera ya sí hay sitio y solo te alejas 10 minutos del hotel. La limpieza dejó un poco que desear, al llegar encontré algo desagradable en el inodoro. La cisterna tragaba mal y supongo que se despistaron, pero que pongan el papel de desinfectado y luego no sea así choca para un hotel de estas características. La habitación era muy amplia y el baño un poco pequeño. Las toallas merecen un cambio. Están muy viejas. Había ruido por la noche de la bomba de calor que no se puede apagar porque la deben tener automática. Hubo una cena en el patio el sábado por la noche pero no nos molestó en absoluto. Las almohadas eran de viscoelástica, muy cómodas. Las chicas de recepción andaban un poco despistadas y no supieron decirle a mi marido la habitación en la que yo estaba. Sería el estrés del momento al llegar mucha gente de golpe. Pero eran muy agradables, nos dieron un plano de la ciudad y destacaron los monumentos importantes. El desayuno muy rico y abundante. Las tostas de jamón serrano con queso gratinado buenísimas. La cena también bastante abundante. Era un menú cerrado, con bebida, unos platos para compartir, un principal a elegir y un postre también para elegir. La ciudad preciosa. No tendría problema en repetir.