Acabamos de regresar de Fez y ya estoy deseando volver. Contactamos con Violeta, a través de una amiga en común y, aunque al principio lo que buscábamos era un guía para la ciudad, porque teníamos dónde dormir, acabamos cambiando los planes para alojarnos en su hotelito. Una casa familiar, rehabilitada y decorada con mucho esfuerzo y toda la ilusión por Violeta y su marido Adil. No tuvimos la suerte de conocer a Violeta, que no se encontraba en Fez en ese momento, pero estuvo pendiente de nosotras y fue súper amable desde el minuto uno. Creo que la experiencia que uno tenga en Fez depende mucho de las elecciones que haga y nosotras estamos más que satisfechas de haber elegido Dar Asama para alojarnos y haber contratado con ellos también al guía, los traslados al aeropuerto y las excursiones y experiencias. No tuvimos más que dejarnos llevar y disfrutar de nuestra estancia y eso era precisamente lo que buscábamos. Adil fue un perfecto anfitrión, muy atento y preocupado por nuestro bienestar, con el que pudimos conocer la ciudad, su cultura, su gastronomía y el calor de su gente. Jamal nos acompañó a conocer todos los rincones de esta caótica y a la vez enigmática ciudad y nos deleitó con sus explicaciones para que entendiéramos mucho más la forma de vida de la Medina y abriéramos los 5 sentidos para no sólo conocer Fez o recorrerla, sinó también sentirla, palpitar con ella. Sukraina e Ilham, las almas de la cocina del Dar, eran las encargadas de recibirnos cada mañana con un desayuno espectacular en la azotea de la casa, donde no se podía estar más a gusto. Dar Arsama se encuentra muy cerca de una de las arterias principales de la Medina y es un lugar acogedor y familiar donde sentirse como en casa sin estarlo. Gracias Violeta, Adil, Ilham y Sukraina por hacer de estos días, algo inolvidable que permanecerá en ese rinconcito del corazón donde se guardan los tesoros.
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